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Roberto Calasso

La ruina de Kasch

  • Miguel Ángel Vidaurreцитирует9 месяцев назад
    Para la analogía, la única legimitidad es la de la sagrada investidura, que desciende por resonancias y simpatías a lo largo de todos los peldaños del ser. Allí donde se extingue esa resonancia, ninguna legitimidad es admisible. Para la convención, la legitimidad es el primer ejemplo de ese acuerdo arbitrario que permite hacer funcionar todo tipo de mecanismos, desde el lenguaje hasta la sociedad. Como siempre, la convención no se preocupa en este caso de esencias ni de sustancias, sino de funcionamiento, y está dispuesta a permutar (ella, que es el alma misma de la sustitución) una forma por otra.
  • Miguel Ángel Vidaurreцитирует9 месяцев назад
    Todas las teorías occidentales de la legitimidad tienen un defecto: no conocen las aguas del origen. «¿Quién te ha hecho rey?», pregunta Aldeberto, conde de Périgord, antepasado de Charles-Maurice de Talleyrand, a Hugo Capeto, rey de la Ile-de-France, el primero de los reyes de Francia. Pero Capeto no puede contestar: «Vengo del Dsivoa, del estanque de los orígenes, he salido de una de esas burbujas de agua que se forman espontáneamente en su superficie.» Sin esas aguas, todos son usurpadores. Y los primeros usurpadores pueden recurrir entonces a un único aliado: el tiempo. Cuando una soberanía lleva un cierto tiempo subsistiendo se supone que la crudeza con que ha afirmado su fuerza ya se ha rodeado y cubierto de la douceur de una costumbre, de una aceptación prolongada, en suma, de una tradición. Así que la tradición ya no servirá para reivindicar el origen, sino para ocultarlo.
  • Miguel Ángel Vidaurreцитирует9 месяцев назад
    Talleyrand fue el primero en entender que el nuevo mundo salido de la era napoleónica en la esperanza de un equilibrio ya no esperaba, no reclamaba una ley, sino la apariencia de una ley. Cualquier otra solución habría sido demasiado dura y lo habría arruinado rápidamente. Ya nadie podía defender una ley intocable –y casi ni siquiera pensarla–, a no ser un auténtico excéntrico como Joseph de Maistre en la terraza de San Petersburgo; una ausencia de ley, un total abandono a la fuerza y a las momentáneas convenciones entre fuerzas era exactamente lo que el mundo no podía permitirse nombrar, aunque lo practicara todos los días. Mejor dicho, no podía nombrarlo precisamente porque lo practicaba. Así pues, la referencia a la ley seguía pareciendo necesaria, pero la propia ley debía revelarse prácticamente vacía, incapaz de resistir cualquier examen.
  • Miguel Ángel Vidaurreцитирует9 месяцев назад
    El Egipto napoleónico es la última aparición en imágenes del terror ante la historia. Luego la historia arrastrará todo hacia su vecino estuario.
  • Miguel Ángel Vidaurreцитирует9 месяцев назад
    El Imperio sigue intentando inventarse una aristocracia (en tanto que reino de la voluntad, debe poder inventarse todo; la Restauración, con sus aristócratas vueltos a los lugares legítimos, no consigue ni por un momento ocultar que está instaurando el Tendero. Egipto: s
  • Miguel Ángel Vidaurreцитирует9 месяцев назад
    Imperio: momento de suspensión, de terror oculto. El poder siente miedo de sí mismo, y el miedo corroe cada día.
  • Miguel Ángel Vidaurreцитирует9 месяцев назад
    Así sucedió que, cuando encontré a Fouché, nos miramos al principio como dos libertinos de un mismo club. Tal vez entonces le dije que no estaba de su parte solo porque el Bien era más peligroso.
  • Miguel Ángel Vidaurreцитирует9 месяцев назад
    Hizo entrar en sociedad al gobierno de los parvenus, al demimonde por primera vez en el poder, con el Directorio.
  • Miguel Ángel Vidaurreцитирует9 месяцев назад
    Pero también existen acontecimientos geológicos que acompañan a la historia. En este caso la aparición de un nuevo continente salvaje en el interior de Europa: Alemania. El Nebelmeer pintado por Friedrich es el homenaje póstumo a esa aparición, que se había producido bajo el signo de la Romantik. «India acabó por ser Alemania», observó Victor Hugo ante los juegos de sombras que adornaban el «muro de los siglos». Cada civilización siente necesidad de alimentar, en su interior, su Oriente. Cuando sonaron las primeras notas del piano romántico, Europa recuperó en aquel sonido penetrante su Oriente, que durante largo tiempo había intentado perder.
  • Miguel Ángel Vidaurreцитирует9 месяцев назад
    duquesa d’Abrantès insinúa, en la ironía de su tal vez, una de las raras características que pueden ser atribuidas con toda seguridad a Talleyrand. Olfatear los tiempos, una fiera en el boudoi
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