Mañana dejo Chillán.
Me voy de nuestro hogar.
No he querido escribir sobre eseotrotema. Tampoco he querido averiguar. De repente, muy de vez en cuando, la mamá del negro dice algún comentario, como que está cerca de la capital o que tendré los ríos Mapocho y Maipo todos para mí. Quise decirle que esos ríos no me serían suficientes para el vacío que me quedó dentro. En cambio, le agradecí el baúl que me regaló para guardar las pocas cosas que llegarán a la casa en la Villa de Santa María de Talagante.
¿Qué haré ahí?
Acá leo, bordo, voy a la escuela, me baño en el río, camino por el campo, por el bosque, recojo murtillas, aprendo los nombres de las plantas, me subo a los árboles, toco las nubes.
Antes podía hacerlo.
Ahora todo cambió.
Tú estás muerto, Chillán se hundió en cenizas y yo estoy obligada a irme sin ellas para hacerme de otras nuevas.