Visto por sí mismo, por los más próximos, por grandes escritores contemporáneos, ningún aspecto de su historia personal ha quedado fuera. Por el contrario, aparecen aquí todas sus fobias y sus filias, sus odios y sus amores más ocultos como, asimismo, las relaciones conflictivas que mantuvo con Octavio Paz y Juan José Arreola. De tal manera, el Rulfo que emerge de estas páginas tiene un lado completamente distinto del que se dio a conocer. Un escritor que dejó de escribir durante treinta años para convertirse en una suerte de juglar moderno o narrador oral que relevó al otro, al que ya no escribía, dando rienda suelta a su imaginación.