Hijo de un hombre negro y una mujer blanca, James McBride creció con sus once hermanos en un barrio pobre de Brooklyn. Su madre, una mujer ferozmente protectora, con «ojos oscuros llenos de energía y fuego», siempre se preocupó por la educación de su prole. Les exigió buenas calificaciones en la escuela mientras ella debía trabajar largas jornadas para llevar un poco de pan y leche a casa. Por el color de su piel y cierto aire extravagante, desde niño McBride vio a su madre como una fuente de vergüenza, preocupación y confusión. Llegados los treinta, decide explorar su pasado y vuelve sobre sus pasos para descubrir la verdadera historia de Rachel Shilsky, una mujer judía que a los diecisiete años huyó de una vida familiar opresiva para casarse con un pastor bautista.
Con un estilo franco y preciso, el autor recrea la conmovedora historia de su madre mientras evoca sus propias experiencias como niño mulato y pobre, sus coqueteos con las drogas y la violencia, hasta alcanzar finalmente la autorrealización y el éxito profesional.