Pero la mente no domina automáticamente la materia y, si pasamos por alto el papel que juegan las malas circunstancias –o, peor aún, si creemos que esas circunstancia son consecuencia de nuestros propios pensamientos–, corremos el riesgo de caer en la penosa desfachatez que exhibió Rhonda Byrne, la autora de El Secreto, cuando, tras el tsunami de 2006, sostuvo que esos desastres, según la ley de la atracción, les suceden a quienes “están en la misma frecuencia que el evento.”