Ustedes brillan en lo oscuro

Las estalagmitas crecen hacia arriba desde el piso de la cueva como resultado del goteo de agua de las estalactitas. Cuando una estalactita se encuentra con una estalagmita –en una danza de decenas de miles de años

Para los del otro lado, nosotros somos el Afuera. No hay dos cielos, somos la misma cosa, lo mismo ellos que nosotros y que los animales.

Pero no es posible echar de menos aquello que ya no se recuerda, y ella tenía prisa por convertirse en otra.

Se dio cuenta de que su madre llevaba varias horas muerta porque su mano estaba helada, y al tomarla entre las suyas el frío saltó al cuerpo de la Kurmi, se le metió bajo la piel como un gusano y reptó hasta instalarse en su cerebro.

Teníamos débil el espíritu: Olga y yo soñábamos con la ciudad y con todo por fuera del perímetro; pescábamos las ráfagas de música que salían de los vehículos que pasaban cerca de la carretera y hurgábamos el cielo para ver las naves que volaban cargadas de pasajeros, rozando las estrellas.

Cuando alguien se va, se pierde entre las sombras, decía Madre. No volvemos a verlos porque somos el pueblo del camino angosto, el que espera el fin de los tiempos trabajando la tierra y pronunciando el nombre del Señor. Aquí vencimos a la naturaleza a punta de tractores y oración y amansamos el monte hasta convertirlo en orden. Más allá del perímetro está la selva con sus sombras, y más lejos aún se encuentra la ciudad con sus espejismos. Cuando alguno de nosotros tiene el deseo de ver lo que hay fuera de la colonia, el collar de la obediencia nos recuerda cuál es nuestro lugar: a cuarenta metros del perímetro los choques eléctricos no son más que cosquillas, pero al acercarnos al campo magnético las descargas se van haciendo más intensas, más urgentes, hasta que volvemos a elegir el camino del Señor

: el brillo de la muerte, la fosforescencia del pecado, el hombre que resplandece en las tinieblas

, antes del cáncer nos van a liquidar la policía

tiene la carta que Israel nunca le mandó a su exnovia y que era la única que escribió en su vida

tener miedo, tener frío, en las mujeres de las lentejuelas rojas y las piernas largas que le dijeron: Cariño