Siempre he tenido la impresión de que en las naciones pobres se suele echar el resto en vestir bien. Cuanto más rica es la gente, tanto más floja se la trae el asunto de qué ponerse encima. Los americanos son famosos por su aspecto de gandules, y capaces de andar en sandalias y pantuflas, con shorts y con camisetas sin mangas, por cualquier parte y a cualquier hora del día y de la noche. Parecen muy poco preocupados por el asunto ese de ir arreglado. Cuando hay prendas de calidad por todas partes, y se tiene dinero, uno desarrolla cierta indiferencia hacia la ropa, de modo que empieza a valorar lo que resulta cómodo, y no lo que está de moda y cuesta mucha pasta.