Papeles falsos, primer libro de Valeria Luiselli, está compuesto por una serie de ensayos narrativos de temas diversos, donde la constante es el registro de la original mirada de la autora, siempre presta a encontrar detalles o conexiones entre ideas de muy diverso orden, ecos de un pensamiento que por fuerza obliga al lector a repensar. La escondida tumba de Brodsky en Venecia; la inclasificable y elusiva saudade portuguesa; el lenguaje como ruptura con la «infancia previa a la infancia», son algunos de los ingeniosos pretextos para el despliegue de una escritura precisa, que nos deja la impresión de estar presenciando en persona esas particularidades, guiados por un lúcido filtro que sugiere múltiples variaciones de una realidad que se transforma con el pasar de su lectura.
De Valeria Luiselli, el médico y escritor Francisco González Crussi ha dicho: «De entre el bronco zumbido, disonante y confuso, del habla de millares de jóvenes escritores contemporáneos, la voz de Valeria Luiselli se destaca con la límpida hermosura de un toque de clarín. ya sea que nos hable de hechos triviales de la vida cotidiana, como andar en bicicleta, que medite melancólica entre las tumbas de un cementerio, que deje suelta su imaginación, o que la ate con la doble traílla de la erudición y el razonamiento, en todos los casos la joven autora de Papeles falsos encuentra la imagen brillante y evocadora, la citación feliz, y la expresión justa. Esta convergencia de cualidades le confiere a su obra un doble poder: nos deleita y al mismo tiempo nos descubre nuevos y múltiples significados en los objetos de la experiencia cotidiana. Leer este libro nos produce el efecto de un bellísimo recital, en el que hay una especie de riqueza musical y gran densidad o espesor armónico. Valeria Luiselli se revela aquí, sin ninguna duda, como magnífica ensayista y una de las mayores promesas de las letras mexicanas».No había nada nuevo, nada profundo, sino mucho “reportaje” […] como si África y los africanos no fueran parte del discurso, como si no vivieran al otro lado de la calle de la oficina de Granta. No, nosotros estábamos “allí”, donde gente valiente vestida de color caqui podía acudir para atestiguarlo». El editor le propuso publicar una versión editada de su correo, ahora como texto titulado «How to Write About Africa». Se convirtió en el artículo más reenviado en la historia de la revista. Posteriormente, Wainaina escribió Algún día escribiré sobre África, una magistral crónica de su vida en Kenia, su fallido intento por estudiar en la universidad en Sudáfrica, y en particular su tortuoso viaje iniciático hasta convertirse en un escritor premiado y reconocido a nivel internacional. Wainaina retrata su vida en África como un mosaico en ebullición, bailando en su adolescencia con la música de Michael Jackson, contemplando con ironía un desfile de dictadores despóticos, trenzándose a golpes con un mafioso abusivo, siempre narrando con un lenguaje de una gran plasticidad y belleza, y sobre todo sin juzgar a los demás, para ceñirse a una de las principales reglas de la sociedad de Kenia: «Si hay una cortesía que todos los kenianos practican consiste en no cuestionar las contradicciones de los demás; todos tenemos contradicciones, y destruir la cara de otro es un sacrilegio».