En «El reino del lenguaje», Tom Wolfe no duda en combinar ciencia y datos duros con anécdotas de la vida cotidiana de los científicos más importantes del mundo, como Darwin y Chomsky, y agregarle a su narración un humor cáustico.
Este libro es adecuado tanto para los lingüistas como para los profanos en el tema, y no tiembla al poner en evidencia el aura de erudito que rodeaba a Noam Chomsky y que hizo que todos los lingüistas aceptaran sus teorías sin chistar. Disfruté especialmente el capítulo en donde este es refutado, gracias a una remota tribu de Brasil y al hombre que la estudió y aprendió su lengua.
Por supuesto, se comprueba que la no ficción es divertida justamente porque tiene algunas notas de ficción.
Una hipotesis.