Una rabia inextinguible satura cada frase de Un ciego con una pistola. Rabia contra los blancos por despreciar y oprimir a los negros, y rabia contra los negros por odiarse a sí mismos y no huir del campo de concentración que es el Harlem de finales de la década de 1960. Con ironía, humor y cinismo penetrantes, Chester Himes nos traslada a un Harlem donde el odio confluirá en las calles y donde Ataúd Johnson y Sepulturero Jones (los dos policías más duros del distrito) se verán arrastrados por el sinsentido de la violencia desatada, tan absurda y peligrosa como los disparos de un ciego con una pistola.