Me gustaría que hubiera lugares estables, inmóviles, intangibles, intactos y casi intocables, inmutables, arraigados; lugares que fueran referencias, puntos de partida, orígenes:
Mi país natal, la cuna de mi familia, la casa donde hubiera podido nacer, el árbol que habría visto crecer (el que mi padre habría plantado el día de mi nacimiento), el desván de mi infancia lleno de recuerdos intactos...
Tales lugares no existen y, como no existen, el espacio se vuelve pregunta, deja de ser una evidencia, deja de estar encarnado, deja de ser apropiado. El espacio es una duda [...], nunca me es dado, tengo que conquistarlo.
GEORGES PEREC,