La animita como objeto estético-religioso se presenta en esta novedosa obra también como como sujeto, pues de alguna manera es un nuevo cuerpo para el alma, es decir, un espacio que la contiene y mediante el cual se expresa, que posibilita que se transforme (gracias al contacto con deudos y cultores) y que sana su penar. Si bien no todas las animitas sufren el proceso de convertirse en “santos populares” cada una revela algo de la identidad individual y colectiva del espacio en que se desarrollan y, en este sentido, se presentan como un patrimonio que hay que aprender a descifrar.
Lecturas de la animita intenta “leer” desde una perspectiva académica interdisciplinaria y a la vez profundamente reveladora y amena, este fenómeno cultural que ocurre a la vera del camino y que devela como pocos una parte vital de la cultura e idiosincrasia chilena.