No era alegría, pero se le parecía mucho, era el sucedáneo más cercano, y te dije no hay de qué, y tú te presentaste y me dijiste que estabas en deuda conmigo, y yo te dije que te olvidaras de ello, y tú te empecinaste en que no, que tu familia llevaba varias generaciones en la servidumbre y que ciertos pactos eran indestructibles y ciertas leyes debían obedecerse, y que desde aquel momento estarías a mi servicio, y yo me alegré, Plácido, me alegré, porque hasta aquel día me había sentido muy solo, no imaginas lo solo que me había sentido, y no tenía a nadie en el mundo, y una fea oscuridad me aislaba de los demás, y no encontraba la manera de escapar de ella, salir a la luz, pero quizás podría hacerlo con la ayuda de un amigo, de un compañero fiel, de niño me gustaba tener un mejor amigo, todo el mundo debería tener un mejor amigo.