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Emmanuel Carrère

Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos. Un viaje en la mente de Philip K. Dick

  • Eduardo Ariasцитирует5 лет назад
    Son libres de creerme o no, pero al menos crean esto: no estoy bromeando. Se trata de algo muy serio, algo muy importante.
  • Miguel Ángel Vidaurreцитируетвчера
    Medio en broma y medio en serio, hablaba de crear un grupo de arrepentidos del sentido, inspirándose en el modelo de Alcohólicos Anónimos. Al menos –observaba– él sabía de lo que hablaba, no como esa gente que se pronuncia contra la droga sin haberla probado nunca ni conocer el placer que procura.
  • Miguel Ángel Vidaurreцитируетвчера
    real es simple, eso es todo, compacto y estúpido como una piedra. No hay ningún significado oculto. Necesitamos observar sus repeticiones y extraer de ellas algunas reglas para funcionar en nuestra vida diaria, pero es necesario limitarse a eso, admitir que la mayoría de los hechos acontecen porque sí.
  • Miguel Ángel Vidaurreцитируетвчера
    Lucrecio: «No sentiremos nada porque ya no estaremos»
  • Miguel Ángel Vidaurreцитируетпозавчера
    La trama del libro se decanta cuando sus superiores encargan a Fred que investigue a Bob Arctor, o sea, aunque ellos lo ignoran, que se autoinvestigue. Dócil, Arctor esconde en su casa cámaras y grabadoras que funcionan continuamente. Era el sueño de Dick, pero no solo el suyo: el 16 de julio de 1973, en uno de los momentos cruciales del Watergate, un asiduo de la Casa Blanca reveló que, desde hacía muchos años, el presidente grababa todas sus conversaciones sin que sus interlocutores lo supieran. Apenas resonaba una voz en el despacho oval, las grabadoras se ponían en marcha. Este episodio, que horrorizó a los Estados Unidos, no asombró mucho a Dick y hasta despertó en él una corriente de simpatía por su viejo enemigo. Lo que para la opinión pública era una técnica de extorsión, para Phil era el signo de una inquietud que él conocía bien: Nixon, en su opinión, no quería conservar un rastro de lo que decían los que lo visitaban, sino de lo que podía llegar a decir él. Se espiaba a sí mismo tanto como espiaba a los demás. ¿Escuchaba esas grabaciones o le bastaba con saber que existían? ¿Se grababa a sí mismo mientras las escuchaba? ¿Imitaba a Arctor, que, cada dos o tres días, se pone su «monotraje mezclador» y se instala frente a la batería de pantallas a rendir cuentas de lo que ha sucedido y sucede en su casa? El problema es que había veinticuatro horas de película para ver, y que aunque pudiera permanecer las veinticuatro horas del día sin dormir frente a los monitores, no hubiese sido suficiente, ya que él tenía que ser uno de los protagonistas de la película, y tenía que pasar buena parte del tiempo dentro de la pantalla y no frente a ella.
  • Miguel Ángel Vidaurreцитируетпозавчера
    Bob Arctor, el héroe de la novela, el drogado en cuya bicoca infame cohabitan la mayoría de los personajes del libro, trabaja en realidad bajo el nombre de Fred para la brigada de estupefacientes. Poli devorado por su disimulo o freak convertido en delator, difícil saberlo, pero el caso es tan común que la policía, para proteger a sus auxiliares de los agentes secretos de narcóticos infiltrados entre sus filas, les impone un anonimato favorecido por la invención de un «monotraje mezclador».
  • Miguel Ángel Vidaurreцитируетпозавчера
    Se puso a escribir Una mirada a la oscuridad, en un estado parangonable al de Dostoievski decidido a dar, en Los poseídos, la lección de la utopía terrorista que lo había mandado a la cárcel después de un simulacro de ejecución.
  • Miguel Ángel Vidaurreцитируетпозавчера
    ambién habían sonreído cuando, por enésima vez, él atribuía el robo de su casa a unos servicios tan secretos que nadie había oído hablar de ellos.
  • Miguel Ángel Vidaurreцитируетпозавчера
    Al llegar había conocido a una tal Linda, cuyo nombre y cuyas mejillas de niña le recordaban a su nuevo ídolo, la cantante Linda Ronstadt, a la que bombardeaba con cartas de fan enviadas a su productora discográfica. Oficialmente,
  • Miguel Ángel Vidaurreцитируетпозавчера
    Como la de la novelista Ursula K. Le Guin, la cual, aunque deplorara que Dick no supiera adónde ir, se negó rotundamente a que se instalara en su casa. Sin conocerla, Phil le había enviado una carta desde la casa de la joven pareja a la que envenenaba la vida, en la que le detallaba sus desgracias,
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