Cuidado: en estos poemas se fragua una revolución. ¿O sucede todo lo contrario, y se levantan frente a ella? Con La revolución exquisita afirmamos y dudamos, pero en qué orden; nos planteamos —y replanteamos— nuestras certezas sobre la forma en la que se cuenta la historia, también sobre la actitud con la que construimos el presente. Entre las fechas y los lugares y los nombres propios, Ignacio Vleming nos pregunta «¿qué hacer con las reliquias que son falsas?/ ¿Y con las verdaderas?», y apunta a lo que sale de foco en las postales, y nos incomoda porque quizá no acertemos cuando hacemos lo correcto.
Después de Clima artificial de primavera y Cartón fósil, siempre con el empeño de observar —y analizar— el mundo desde la militancia en la belleza, Ignacio Vleming avanza con La revolución exquisita en uno de los proyectos más originales y libres de nuestra poesía. En algún lugar entre la memoria y la fantasía se dirimen la revolución del miedo y también la revolución de la esperanza, se cuenta la revolución lúcida y necesaria del pensamiento desde la revolución precisa —preciosa— del lenguaje.