Onetti trabaja con un texto que pone al lector frente a un hecho que es la literatura misma. No hay nada que decidir, no se sabe bien qué es lo que pasa. Este tipo de escritores ponen a los lectores en aprietos.
Ricardo Piglia
Pareciera que no existe nada capaz de alterar la armonía ultracatólica y bienpensante de la ciudad de Santa María. Sin embargo, desde la estación se escucha la llegada del tren que viene de la Capital. En él viaja Larsen, más conocido como Juntacadáveres (apodo que se ha ganado tras haber inventado «el patronazgo de las putas pobres, viejas, consumidas, desdeñadas»), y Nelly, Irene y María Bonita, las tres prostitutas con las que planea instalar el burdel de sus sueños en una casita de persianas celestes junto a la costa.
La desaprobación y el rechazo no demoran en aparecer entre los lugareños, comandados por el cura Bergner (ideólogo de la Liga de Caballeros Católicos de Santa María), Marcos Bergner (sobrino del sacerdote, matón, antisemita y heredero de una clase terrateniente reconocida por sus excesos) y las muchachas de la Acción Cooperadora (quienes reclaman: “Queremos novios castos y maridos sanos”).
Novela memorable y precuela de El astillero, en Juntacadáveres Onetti indaga sobre la corrupción política, la prostitución y la doble moral en el horizonte de los procesos de modernización latinoamericana.