Recordemos estas crueles líneas de Cioran: «Todo misántropo, por sincero que sea, recuerda por momentos a aquel viejo poeta, postrado en cama y completamente olvidado, que, furioso con sus contemporáneos, había decretado que ya no quería recibir a ninguno de ellos. Su mujer, por caridad, llamaba al timbre de vez en cuando...»