La biblioteca ideal está hecha para un lector en particular. Todo lector debe sentir que él o ella es el elegido.
Sobre la puerta de la biblioteca ideal está escrita una variación del lema de Rabelais, “Lys ce que voudra” («lee lo que quieras”). La biblioteca ideal es tanto virtual como material. Permite toda tecnología, todo recipiente, toda manifestación de texto.
La biblioteca ideal es de fácil acceso. Ni escaleras altas, ni explanadas resbaladizas, ni una confusa multiplicidad de puertas, ni guardias intimidantes deben interponerse entre el lector y los libros.
La biblioteca ideal tiene asientos cómodos pero firmes con descansabrazos y respaldos curvos, como los de la lamentable Salle Labrouste de la Bibliothèque Nationale de France. La biblioteca ideal tiene amplios escritorios, de preferencia con tersas superficies de cuero, enchufes para equipos electrónicos (a condición de que funcionen en absoluto silencio), conexión a Internet y suaves lámparas individuales de cristal verde que le recuerdan a uno las de la biblioteca del Colegio Nacional de Buenos Aires.