El infinito viajar

El mar, turquesa en la Barrera, al fondo es de un azul absoluto, de cuadro de Gauguin.

Partir es dejarse ir, soltar lastre, entornar los ojos como cuando se mira el sol, apresar las cosas según vienen. Se despierta la percepción de los colores, los olores, la superficie lisa o rasposa de las cosas, los detalles aun insignificantes.

Conocer un país también significa, para mí, zambullirse en su mar, sentir la densidad del agua, percibir su luminosidad y limpidez, su sabor

el sentido de la relación entre el paisaje y el hombre: el Yo insertado en el paisaje, no orgulloso protagonista sino figura lateral o disimulada, como en muchas pinturas chinas

Viajar es una escuela de humildad; nos lleva a tocar con la mano los límites de nuestra comprensión, la precariedad de los esquemas y los instrumentos con los que una persona o una cultura presumen comprender o juzgan a otra.

Vivir significa hoy, más que nunca, viajar; la condición espiritual del hombre como viajero de la que habla la teología es también una situación concreta para masas de personas cada vez más con‍

En estas semanas se conmemora a Firdusi (Ferdósí en farsi), el poeta que hace más de mil años escribió el poema épico de Persia, El libro de los reyes; para recordar uno de sus aniversarios, se puso sobre su tumba, que se encuentra en Tús (Irán oriental), una alfombra de 7,2 metros por 2,7 en la que cuatro personas trabajaron ininterrumpidamente durante tres años

Atravesar Irán –sus ciudades, sus peladas montañas, sus áridas llanuras, sus repentinos y dulces oasis de verde, flores y espejos de agua– significa pasar brusca y continuamente de la sensación de ser extranjeros –incluso con cierto rechazo por algunos aspectos intolerables del fundamentalismo islámico– a un sentimiento de familiaridad, casi de pertenencia común a una civilización de larga duración y amplio respiro.

la guerra, como decía Clausewitz, es la continuación de los conflictos políticos con otros medios, la civilización y la democracia consisten en la elaboración de mecanismos que obstruyan el pasaje que conduce a los medios violentos

narra un episodio de la infancia de San Luis Gonzaga. Un pariente, viéndolo jugar, le preguntó qué haría si supiera que había de morir pocos minutos después; y el niño, tranquilo, respondió: «Seguiría jugando.»