Aporte de indudable valía, al concentrarse en uno de los más relevantes creadores cubanos, Fernando Pérez, es este libro. Como se advierte en las «Notas preliminares» de este excelente volumen, no estamos ante un panorama de la cinematografía nacional, sino frente a «exploraciones concretas en películas que proporcionan temas, representaciones, formas de concebir y conocer el universo de la experiencia cubana a través de sus relatos y operaciones simbólicas». Son iluminadores los estudios en torno a la obra de Tomás Gutiérrez Alea y los acercamientos a otros creadores de primer orden: Sara Gómez, Fernando Pérez, Juan Carlos Tabío (en quien reconoce al «último cineasta feliz»), Ernesto Daranas. La autora revisa las miradas distintas sobre la construcción del héroe y el paso de la epopeya a la intimidad; el espíritu lúdico en los noventa y el abordaje de la marginalidad vinculada a la crisis, a inicios del nuevo siglo; finalmente, se arriesga en el análisis de largometrajes y cortometrajes debidos a jóvenes cuya cosmovisión es ya otra, empeñados, con idéntica pasión que sus mayores, en entender el contexto donde viven y recrearlo en imágenes cambiantes y difusas. El hilo que atraviesa todo el conjunto es la indagación en las maneras coincidentes o contradictorias en que el cine cubano ha imaginado las complejidades de la Isla y, en particular, cómo aparecen las nociones de identidad, memoria y mito en función de representar la historia o los procesos que les han sido contemporáneos a los realizadores.