Ya sé que su hija está disgustada, pero si pudiera hacerla callar… ¿No le parece que podría demostrar un poco de consideración hacia el resto de nosotros, joder? ¿Le importa mover el culo y llevársela fuera, donde no tengamos que oír sus berridos? —preguntó la recepcionista con su sonrisa plastificada y postiza