Es posible hallar cientos de escritores, en todas las naciones civilizadas desde antiguo, que durante un corto espacio de tiempo creen y hacen creer a los demás que pueden ver y pronunciar verdades, cuando en realidad no visten una sola idea con su ropaje natural, sino que se alimentan inconscientemente del lenguaje creado por los escritores primordiales del país, es decir, aquellos que se apoyan primordialmente en la naturaleza