Bajo los puentes del Sena acampa el clochard Andreas Kartak, originario, como Roth, de los confines orientales del Imperio austrohúngaro. Será allí, en las escalinatas de piedra de uno de esos puentes, donde el azar cambiará por completo su vida.
No era bueno contemplar con sus propios ojos la depravación de uno mismo; mientras uno no se vea obligado a contemplar su propio rostro, es como si simplemente no tuviese rostro, o como si este fuera el antiguo, aquel anterior a la caída.