—Volveré mi espalda al sol. ¡Vamos, Tashtego! ¡Hazme oír tu martillo! ¡Oh, mis tres chapiteles indomables! ¡Oh, quilla intacta, oh casco que sólo un dios ha maltratado! ¡Oh, firme cubierta! ¡Oh, altiva barra, proa dirigida al cielo, nave gloriosa hasta la muerte! ¿Tendrás que morir apartada de mí? ¿Se me niega el último orgullo del capitán náufrago más despreciable? ¡Ah, una muerte solitaria, después de una vida solitaria! ¡Ahora siento que mi mayor grandeza está en mi mayor dolor! ¡Acudid desde los confines más remotos, olas audaces de toda mi vida pasada! ¡Formad la ola inmensa y única de mi muerte! ¡Me precipito hacia ti, ballena, que todo lo destruyes sin vencer! Lucho contigo hasta el último instante; desde el centro del infierno te atravieso; en nombre del odio, vomito mi último hálito sobre ti. ¡Húndanse todos los ataúdes, todas las carrozas fúnebres en un foso común! ¡Y puesto que ni el uno ni el otro pueden ser míos, quiero ser remolcado en pedazos para seguir persiguiéndote atado a tu cuerpo, maldita ballena! ¡Así entrego mi lanza!