Encuentro en las escritoras y escritores mexicanos nacidos a partir de 1975 un ánimo liberado –es decir: “desgeneracionalizado”–, así como una no pertenencia a grupos y tendencias: se trata, por así decirlo, de islas bañadas por el mismo mar y con corrientes comunicantes. Algunos de ellos se refugian en el realismo, aunque su realidad está trastocada por la violencia a la que hemos sido condenados (Antonio Ortuño y Oswaldo Zavala; en otro sentido, Mariel Iribe Zenil y Paulette Jonguitud); otras, recurren a la literatura como artefacto, desapegadas de las convenciones del mercado editorial (Daniela Bojórquez y Verónica Gerber). Y están también los que escriben al margen de todo, desprendidos incluso del país o de su terruño, en una prosa geográfica y emocional distinta (César Albarrán, Brenda Lozano, Daniel Espartaco Sánchez, Daniela Tarazona y Luis Panini).
Como sea, esto es apenas una pequeña muestra de una amplia selección: en este primer volumen hay 11 de, digamos, más de 50; y vendrán otros 11 después, para conformar las 22 voces a las que el título alude.