El nombre de Cuautla

La patria es ese lugar en el que quieres siempre estar, donde quieres ver crecer a tus hijos; ese lugar que amas tanto que estarías dispuesto a dar la vida por él, por defenderlo, por no perderlo.

Me encontraron dos hombres de Galeana que transitaban por esa zona y me llevaron de regreso a Cuautla. Dijeron que, cuando me hallaron, a pesar de estar inconsciente, no dejaba de apretar mi trompeta con ambas manos. Las cosas que pueden inquietar a un muchacho.

Además, estaba la gente de Cuautla. Sin ambages, hay que decir que todos los hombres, mujeres y niños de Cuautla me recibieron como si yo fuese un viejo amigo de la comunidad.

“Es el lugar en el que quieres siempre estar”, había dicho mi tía Carmela. “Ese sitio del mundo que es tu casa”, había definido don Víctor Bravo. Y yo, lo único que sabía es que no quería irme de esa tierra sino, por el contrario, perderme para siempre en ella.

Ni yo lo habría pensado, yo que jamás había sentido ninguna pasión por nada; hasta el momento en que vi perdida mi trompeta, sentí que mi vida se acababa.

Sin embargo, no me imaginaba a mí mismo sometido a una humillación más terrible que la que ya estaba sufriendo. No me veía soportando un desprecio de ella más direc

Si no lo logro, diles a todos que lo intenté.

or ello, la intención del general Morelos es reunirnos aquí, no apertrecharnos.

Todos lo veían con respeto y admiración.

Una guerra, además, que a mí no dejaba de parecerme insulsa. No podía creer todavía que hubiese gente muriendo en el país por la soberana chifladura de la supuesta independencia.

—Si con mi sangre o la de todos los caídos se consigue un país más justo y más libre, entonces no hay nada qué llorar. Todo lo contrario. Hay que lanzar las campanas al vuelo. Hay que reír. Hay que celebrar.