Pues bien, sobre mi mesa tenía decenas de peticiones que decían: «Solicito que me manden a Chernóbil». De voluntarios. La gente estaba dispuesta a sacrificarse, sin pensarlo dos veces, ni pedir nada a cambio. Escriban ustedes lo que escriban, había sin embargo algo llamado «carácter soviético». Y también «el hombre soviético». Sea lo que sea lo que escriban, por muy alegremente que lo nieguen. Llegará el día en que les apenará haber perdido todo esto. Lo recordarán.