¿Cuántos han perdido a un ser querido en la guerra en Colombia?, ¿cuánta indiferencia ante estos hechos? Es necesario tomar como propia la responsabilidad de desnaturalizar esas violencias. Así lo hicieron Hannah Arendt y Emmanuel Levinas, dos filósofos judíos que vivieron y escribieron en un momento en que esa identidad judía representaba un peligro de muerte. Sin embargo, ellos no callaron, nos invitaron a ser críticos de la realidad, no con una sed de venganza, sino con un llamado ético que trascendiera a una no-repetición de la violencia totalitaria que presenciaron. Este texto presenta una reconstrucción crítica de los argumentos de ambos filósofos frente a la violencia, con el fin de estudiar en qué consiste este fenómeno desde lo político e interpersonal. Se teje un argumento respecto a la exigencia de ser agentes del reconocimiento del otro, haciendo explícitos los elementos que nos constituyen como personas, para así evaluar las implicaciones de un acto violento en la identidad de víctimas y victimarios. Esta obra busca defender la tesis de una violencia de base para responder a la pregunta: ¿qué subyace al inicio de toda violencia? Se plantea desde allí una invitación al lector para asumir la responsabilidad del ejercicio del reconocimiento del otro como primer acto de no violencia.