«¿A qué venís aquí? ¿estáis por la buena causa? —No hay efecto sin causa, contestó modestamente Cándido; todo está necesariamente encadenado, y óptimamente solucionado. Ha sido necesario que me echaran de al lado de la señorita Cunegunda, que me pasaran por las varas, y tenga que pedir mi pan hasta que pueda ganármelo; todo esto no podía ser de otra forma.