El diablo no lo sabe todo, y por eso le gusta lo previsible, lo que puede anticipar. Si todos actuamos de la misma manera, haciendo lo que todos los demás hacen, el diablo tiene una tarde fácil. Pero si alguien se detiene para hacer una diferencia positiva, si alguien hace una pausa y se propone quebrar el hábito de intentar agradar a todos, ser diferente y vivir según el plan de Dios, eso definitivamente hace sonar las alarmas del infierno.