—Pues bien, padre; si yo hubiera sido ciega, si hubiese tenido que buscar mi camino a tientas, pero hubiese gozado de libertad, conociendo exactamente las formas y superficies de las cosas, para ejercitar hasta cierto punto mi imaginación con respecto a ellas, hoy sería un millón de veces más sabia, más feliz, más cariñosa, más satisfecha, más inocente y humana en todos los aspectos que lo que soy, teniendo estos ojos míos para ver. Y ahora, escuchad lo que he venido a deciros.