Las pérdidas forman parte de nuestra vida, son constantes universales e insoslayables. Y las llamamos pérdidas necesarias porque crecemos a través de ellas. De hecho, somos quienes somos gracias a todo lo perdido y a cómo nos hemos conducido frente a esas pérdidas.
Por supuesto que seguir el camino de las lágrimas nos pone en un clima diferente del que alguno de ustedes puede haber encontrado recorriendo el camino de la autodependencia o el del encuentro.
Pero este camino es el que nos enseña a aceptar el vínculo vital que existe entre las pérdidas y las adquisiciones.
Este camino señala que debemos renunciar a lo que ya no está, y que eso es madurar.
Asumiremos al recorrerlo que las pérdidas tienden a ser problemáticas y dolorosas pero sólo a través de ellas nos convertimos en seres humanos plenamente desarrollados.