Quise que se mantuviera quieta para poder verla con la certeza de que sobrevivió, de que al tratar de ayudarla no la maté, que puede irse sin hacerse más daño. Quise ofrecerle una gota de agua, quise acariciar las plumas brillantes de su diminuta cabeza, quise decirle algo que se pareciera a una oración para que llegue sana y salva a su destino. Quise por lo menos darle las gracias por su accidental visita. Se fue volando y no alcancé a hacer nada de eso. Solo pude verla volar, que era realmente todo lo que necesitaba.