Se trata de un ensayo sobre espiritualidad que fundamenta filosófica y antropológicamente la dimensión humana de lo espiritual, sin que esté necesariamente ligada a creencias en el más allá o a la práctica de religión alguna. Se muestra cómo el cultivo de la inteligencia espiritual es una alternativa al desosiego que invade a muchas personas que no creen en nada o que no han encontrado en la religión el sentido de su vida o la paz interior; como también lo es para quienes, siendo creyentes, lo son por costumbre, de manera rutinaria o con indiferencia. Se muestra también que, siendo una alternativa al aislamiento y al vacío existencial de la vida contemporánea, puede contribuir a dar cauce a la reconformación comunitaria y evitar así tanto la soledad que cada vez se expande con más fuerza, sembrando incertidumbre, tristeza y angustia, como el creciente desmoronamiento del tejido social. Asimismo, desarrolla por qué la espiritualidad es, al margen de religiones o creencias particulares, un motivo de esperanza en el siglo XXI. Ofrece un conjunto de reflexiones encaminadas a desarrollar la inteligencia espiritual como una forma de vivir en plenitud, muestra un camino para tener una vida buena, además de orientar a los adultos que quieren fomentar en los niños su inteligencia espiritual.