Me encantó lo oscuro de la historia y lo poético del lenguaje.
Por ahí leí una reseña que decía que había una crítica incompleta a la religión. Pero creo que más bien las menciones a la religión son alegorías para tratar la relación del pequeño Lucas (quien narra en todo momento) y su padre. Me gustó mucho la lectura de una de sus editoras, que destaca entre los temas de la novela la restauración de un orden perdido y la resurrección de la carne en un sentido puramente material.
Me lo leí en varios ratitos y volveré a él muchas más veces. La sensación que tuve al leerlo fue la de saciar las ansias de comer tierra fértil, húmeda, en movimiento. Las veces que tuve que soltar el libro me quedé pensándolo, haciéndome pasteles de lodo terso, aromático y mullido que me terminaba engullendo al sumergirme de nuevo en la lectura.
El final me dejo helada
La idea es buena, pero hay una crítica a la religión en el fondo que se queda como incompleta. No sé si será intencional. Toda la novela parece compuesta por ideas incompletas.
Nunca nos enteramos porqué Eloy y Flilisberto ejercen tanto poder sobre el papá de Lucas, ni si la mamá de éste último realmente tenía una enfermedad psiquiátrica o la mente supersticiosa del padre Hetz la tachó de bruja. Hay demasiadas ideas incompletas y a mi me parece que la autora realmente no tenía muy claro qué hacer con sus personajes.
Con más paciencia y tiempo estos personajes podrían ser muy interesantes, así como está ahorita el libro lo que dan es una curiosidad que queda muy insatisfecha.