Cofundador de los Beach Boys, Wilson compuso buena parte de la atemporal banda sonora del pop más lisérgico –y no solo apto para surferos— de los años sesenta. Con especial cuidado en la armonización de sus canciones y exquisito paladar para la instrumentación, sus letras nos transportan desde su más indolente vitalismo playero y asilvestrado jipismo a las vertiginosas simas por las que se precipitara, en caída libre, este genio torturado.
Sus temas, hoy míticos, dan fe del alcance de la revolución que llegaría a la industria discográfica de la mano de este incomprendido talento natural cuya sofisticación llevaría las posibilidades creativas del pop a confines desconocidos hasta entonces. Apartado del mundanal ruido en los setenta por enajenación mental transitoria, se doctoró en automedicación psicotrópica hasta conseguir finalmente dejar atrás tan dolorosos infortunios e instalarse en una confortable prosperidad, aceptándose con sus claroscuros. Con el coraje y la iluminación de quien se sabe preparado para la confesión, y con el ego convenientemente hecho trizas, Wilson nos invita a sumergirnos en el sinuoso vertedero de sus recuerdos. He aquí, pues, por fin, las memorias de uno de los más grandes protagonistas de aquella década prodigiosa en la que parecía que todo iba a cambiar…
«Excelente… Yo soy Brian Wilson y tú no es conmovedor y sincero, como pasar tiempo de calidad con un sabio… Wilson es desgarradoramente duro sobre sus crisis mentales y el sufrimiento que le infringió su padre. Una visión única sobre la música.»
Rolling Stone
«Yo soy Brian Wilson y tú nose desliza a través del pasado como un mensaje en una botella… Tiene momentos de testimonio personal que son conmovedores e indelebles.»
Vanity Fair
«Wilson aclara las cosas… Su voz definitivamente llega… Es una visión maravillosa de un genio atribulado.»
Forbes