Vivo como boxeo y boxeo como vivo. Sin pensar en caer, sin dar un paso atrás, cara a cara contra las dificultades. Y, cuando creo que estoy cerca de conseguir la redención, el perdón o la liberación, entonces un nuevo revés de la vida me golpea fuerte. Una y otra vez se repite este patrón en mi vida. Siento que mi destino es oscilar entre las cosas buenas que me suceden y las malas, elevarme y caer, ese es mi sino… Por eso vivo rodeado de animales y me desvivo por ellos, para mí son seres superiores. Ellos no conocen la envidia ni el rencor, no odian y no temen el paso del tiempo. Simplemente viven el presente, aman a su manera, y mueren libres de mala conciencia. Aprendamos de ellos, cuidemos de ellos, amémoslos y dejemos un mundo mejor a las generaciones venideras. Solo así, quizás, aligeremos un poco la carga que supone nuestra condición humana.