Los historiadores del arte críticos, que Michael Podro publicó en 1982, se ha convertido en una obra clásica en el marco de la historiografía artística. Podro rehúye los comentarios que no tienen simultáneamente en cuenta la reflexión histórico-artística y el análisis de las obras concretas, y ello le permite un estudio riguroso de los historiadores que están en el origen de la actual historia del arte: Schnaase, Semper, Göller, Wölfflin, Warburg, Panofsky, etc., precedidos de aquellos filósofos que, como Kant, Schiller y Hegel, pusieron las bases de la estética moderna y trazaron los linderos de un espacio en el que la historiografía alcanzó su mayor desarrollo.
Los historiadores críticos mantienen una determinada concepción del arte, no se limitan a registrar datos o documentos. Precisamente porque su historia se configura en torno a un concepto determinado, desborda los límites de las épocas cronológicas estudiadas y nos invitan a observar y analizar obras de otros momentos. Se establece así un fecundo diálogo entre el lector y el historiador y se alcanza una mejor comprensión de la obra de arte.