Si se condena el pago de una prostituta como algo inhumano y degradante es a causa de dos mitos: el derecho que todos creemos tener al amor, y el carácter inseparable de amor y erotismo, nacidos ambos con el Romanticismo y consolidados por la cultura burguesa. Dos mitos causantes de tantas y tantas desdichas, desilusiones y frustraciones, entre ellas la incapacidad para comprender con claridad la relación, incuestionable, entre eros y poder y, por tanto, entre sexo y dinero.