Un estudio reciente de Sudáfrica, centrado en la depresión entre mujeres de raza negra con pocos ingresos, denunciaba el maltrato al que someten a sus hijos mayores, que acaban siendo blanco de las iras de unas madres desesperadas. Cuando se les preguntó a estas mujeres cómo era posible que reaccionaran con tanta agresividad y tanta ira, dieron tres razones principales: las atenciones que requería el hijo, y las ganas que ponían ellas en que «no le faltara de nada y en ser siempre dadivosas»; la falta de consideración del hijo, que les hacía tremendamente conscientes, a su vez, de la falta de atención, apoyo y respeto que ellas mismas sufrían; y los casos en los que el hijo se daba a las drogas y a la violencia, algo que frustraba su anhelo de lograr «una identidad y una vida nuevas a través del hijo