Él y yo nos tenemos ahora mala voluntad. Nos dijimos que nos queríamos y no nos queremos, pero estamos vivos al mismo tiempo y los dos queremos despertar vivos mañana, como todas las cosas que están vivas. Los dos vamos a morir: habrá un día que amanezca sin que nosotros despertemos a él. Y habrá otro día, también cercano, en que nadie que nos haya conocido estará vivo. Sobre la Tierra –en las cuatro direcciones de la cruz de los vientos– habrá solo caras que ninguno de los dos haya visto. Saber eso tendría que ser suficiente para sentirnos unidos. Y para adorarnos