embargo, el cuerpo ya presente necesita todavía una activación para que su nzáki habite ese cuerpo de papel: el bädi levanta la lengüeta que ha recortado en su figura (su mbui, “corazón”) y con esto la figura adquiere una intencionalidad, una capacidad de acción. Desde ese momento la manipulación y contacto con estas figuras es casi exclusivo del bädi: su potencial energía podría afectar aun sin quererlo a personas vulnerables.