No es un robusto tenorio de mandíbula angulosa ni un seductor exquisito, pero hay un tirón, incluso en su rostro azotado por la priva, un arrastre magnético vagamente relacionado con las bolsas de compasión que se forman en las esquinas de sus ojos cuando sonríe, un arqueo malicioso de las cejas y los hoyuelos quebrantavirgos en las mejillas cuando se ríe. ¡Míralos! ¡Ahí están