En esta historia ilustrada, Steven Johnson se adentra en los aspectos lúdicos de la tecnología. Reúne para eso un elenco de personajes excéntricos y entrañables, inmersos en un sinfín de anécdotas que muestran “la cocina” de un puñado de inventos que fueron llamados providencialmente a cambiar el mundo, nuestro mundo. Este libro es también un viaje a través del tiempo y las civilizaciones, que hilvana estaciones y paradas a golpe de capítulos a cual más sorprendente. Así desfilan ante el lector, como revelados por primera vez, la historia de la moda y de las grandes tiendas, el comercio de especias, los instrumentos músicos–desde la flauta de hueso hasta los teclados más sofisticados, sin olvidar a los ejecutantes autómatas o las pianolas–, las máquinas de escribir, las linternas mágicas, los aparatos de aberraciones ópticas y los espacios físicos destinados al placer, como tabernas y parques de diversiones. Johnson nos presenta también a sujetos poco o mal conocidos, y al hacerlo el lector se pregunta por qué demonios no los conocía de antes, ya sea por su genio, su locura, su originalidad, su velado protagonismo. En suma, El País de las Maravillas es un periplo a través del asombro, el ocio y la diversión, que devuelve nuestra mirada a los objetos por todos conocidos para exhibirlos bajo una nueva luz: la de sus historias jamás contadas.