Aldama estaba sorprendido por el disparate de la historia que acababa de escuchar. Por un lado, aplaudía el exabrupto de su paciente; golpear a un borracho con una botella de champán era una manera muy ingeniosa de hacer justicia; por otro, le divertía el hecho de que una sirvienta regalara un loro a su patrón y que después su esposa lo utilizara como instrumento de negociación marital.