Pero me parece que existe una diferencia básica entre aceptar su existencia –sentir curiosidad por ellos, darles cancha, despatologizarlos, entender su causa y su energía potencial, no tratarlos como enemigos que hay que purgar de nuestras vidas psíquicas o colectivasy creer que son lo más en radicalismo o utilidad, o imbuirles una especie de verdad o valor de uso que exagera su significado y solidez.