En definitiva, dar clase hoy no significa dar lecciones magistrales, sino planificar actividades para que los alumnos usen la lengua. Esto significa situar al aprendiz en el centro de la clase y asumir que nuestro rol consiste más en gestionar la dinámica, curar los contenidos (elegir y adaptar los más apropiados para ellos) o mediar los significados (mostrarles cómo los deben utilizar). No hay que transmitir contenidos porque el alumnado ya tiene acceso a ellos mediante el libro de texto, el material didáctico o la red. Nuestra función es seleccionar este material para crear situaciones de aprendizaje para grupos y alumnos concretos.
Por ello, los docentes deberíamos hablar poco. Basta con hablar menos del 25 % de una clase