Un agradable sabor a menta vuelve la mirada hacia la historia familiar —la familia que viene impuesta, pero también la que se elige—, la tradición, el riesgo, la revisión de las propias derrotas, la ironía. En estos poemas Diego Román Martínez habla un idioma cálido y mordaz al mismo tiempo, y engrandece los detalles pequeños sobre los que su atención se detiene, envolviéndolos en una música oscura. Aquí y ahora la vida es pequeña y frágil, la rutina nos encierra, «lo bello se amanceba con lo extraño».