Quien se haya olvidado totalmente del cristianismo tampoco recobrará la fe gracias a una música de la Pasión. Como mucho, esa música parafrasea con sonidos y sentimientos el vacío que ha surgido. Según eso, Dios podría ser un efecto teatral, un efecto sonoro o un peculiar efecto del contrapunto, que se desvanecería en cuanto la música dejara de sonar. Schleiermacher, que asistió junto con Hegel y Heine al reestreno en Berlín de la Pasión según San Mateo, debió de tener mucho apego a esta divina reminiscencia sonora, que solo se transmite al sentimiento. El contenido de la fe como noción ya está erosionado. El arte o la música artística como religión presupone ya su decadencia. ¿Qué quedaría si se vaciara del todo el significante o la palabra «Dios»? ¿No daría paso entonces la Pasión definitivamente a una recreación, es decir, al entretenimiento del ánimo