La existencia del mal en un universo creado por un Dios perfecto es un enigma sobre el cual no han cesado nunca de preguntarse filósofos y religiosos. El Maestro Omraam Mikhaël Aïvanhov, considerando lo esencial de la tradición judeo-cristiana, insiste ante todo en el hecho de que las verdaderas respuestas a la cuestión del mal no son explicaciones, sino métodos. En efecto, cualquiera que sea su origen, el mal es una realidad interna y externa con la cual nos encontramos confrontados diariamente y sobre la cual debemos aprender a obrar. Es inútil e incluso peligroso querer combatir el mal, porque la lucha es demasiado desigual, pero hay que conocer los métodos que permiten dominarlo y transformarlo.